Airiños, airiños, aires, airiños da miña terra, airiños, airiños, aires, airiños levaime a ela.
Extracto del poema “Airiños”, de Rosalía de Castro.
El éxodo constante de miles de gallegos a América, desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX, es uno de los acontecimientos más notables de la historia reciente de Galicia.
Aquellos afortunados que conseguían el ansiado deseo de regresar ricos y adinerados a su patria, sentían la necesidad de exteriorizar su triunfo demostrando su nueva situación económica y social. Una de las formas de lograrlo era a través de la construcción de edificios cosmopolitas, protagonistas y dominantes en el paisaje rural y urbano. Para eso empleaban amplias ventanas, elegantes y distinguidos elementos decorativos y/o una cuidada jardinería donde rara vez faltaba la característica palmera, el mítico “árbol de la victoria” emblema distintivo de la condición de indiano de su propietario.
En los indianos que regresaron hay mucho de pomposo pero también de generosidad, pues al llegar al país de destino enfrentaron importantes dificultades fruto de sus carencias formativas. Así, tanto gracias a las remesas que enviaron desde el otro lado del Atlántico, como a las donaciones hechas tras el retorno de los mismos, surgieron escuelas y otros equipamientos que transformaron la vida del rural gallego.
Cabe resaltar que Barreiros fue el municipio de A Mariña Lucense con mayor número de centros de emigrantes en Cuba, destino de la mayoría de aquellos que partieron desde estas tierras. Además se encuentra entre los ayuntamientos gallegos con más patrimonio indiano.