Promovida por Ignacio López y finalizada en 1907, es un nuevo ejemplo de transición entre la vivienda autóctona y la casa noble a modo de pazo.
Localizada en el ámbito rural, llama especialmente la atención por sus generosas dimensiones. La carga decorativa se concentra en el entorno de sus elegantes ventanas y balcones protagonizados por motivos geométricos y vegetales. Ocupando la posición de la clave se encuentra un rostro femenino, figura conocida como “mascarón”.
La fachada principal presenta una elegante cornisa superior ornamentada con un clásico ajedrezado.
A la entrada se dispone un jardín francés con los típicos parterres, expresión del clasicismo aplicado a estos espacios.